¿Qué pensaran las vacas?

Cuando llegas a las cimas de los puertos de montaña

¿Qué pensaran las vacas?
Cuando subes un puerto y las ves a ellas, allí están cruzando lentamente la carretera.
Y, mientras caminan, miran a nuestros coches con aire de tolerancia.
Creo que piensan, que pesadez de tanta “vaca de lata”, ¡no paran!
Cuando las ves tumbadas a ambos lados de carreteras y caminos y pasas entremedio es como romper su intimidad, las vacas nosmiran y  deciden que siguen su descanso pero, qué pensarán?
Y una sabe que está ya llegando a la cima cuando las ve a ellas, a las vacas; forman parte del paisaje de los puertos de montaña en verano,  igual que yeguas, caballos y potros.
Y cuando aparcas la autocarvana en uno de esos puertos debemos saber alguna cosas, pasamos a formar parte de “los recursos de las vacas”. 

Ellas deciden que debes de pagar un impuesto solidario por estar en “su residencia de verano”.
Es entonces cuando sus cencerros ponen la banda sonora, te están avisando  que llegan para cobrar.
Es cuando sus cabezas y su cuerpo entero se restriega contra ese “animal de lata” que tú llamas coche o autocaravana.
Pareciera que te van arrancar el portabicicletas o algún espejo retrovisor y, a veces, lo consiguen.
¡Tranquilidad! cuando han saciado su picazón seguro que se van pero, también seguro que algún “inconveniente” han dejado.
Así que mira al suelo  pudiera ser que te encontrarás con un regalo inesperado, y algo desagradable.
Y si lo que habita el puerto son los caballos verás que, a veces, se activan por horas, a la caída del día también pasan a cobrar sus impuestos, estos son más atrevidos que las vacas. Ellos se autoinvitan a tu casa,  meten sus cabezas, incluso, por la puerta de la autocaravana. Han dejado de comer la alfombra verde que tapiza estas altitudes y vienen a por su postre. Y es que para ellos el pan duro es, ¡lo más! Tanto les gusta que su adicción les impide tener un comportamiento cortés.
Si has decidido bajar para hacerles fotos, ellos posarán en actitud tranquila pero ¡OJO! Si has bajado, cual ilusa, con unos chuscos de pan, entonces te verás rodeada de cabezas que te acercan sus hocicos enormes.
Verás sus inmensos ojos e, incluso, te verás reflejada en ellos.
No darás a basto a repartir pan duro. Y cuando se acabe el festín ni gracias te van a decir.
Se irán y desaparecerán en su último recorrido.
Y allí te quedas con tu autocaravana esperando a que la noche cubra de oscuridad total el paisaje. Es el momento de abrigarse y salir a descubrir el CIELO.

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