Me lo contó el señor Lorenzo.

Lo que nos cuentan los hórreos.

Me presta disfrutar de los lugares a donde voy y hoy, en una marcha por estas tierras asturianas, me detuve frente a un hórreo. Son éstos, maravillosas construcciones en madera de roble o castaño y que en ocasiones pueden rondar los 500 años.

Y como ya sabéis, soy curiosa y me gusta entablar conversación con los lugareños. Hoy justo estaba sentado frente al hórreo un paisano que me supo contestar a mis interrogantes.

Por ejemplo, me enteré que, por norma general, la puerta de acceso a estas construcciones siempre se sitúa al norte, los secadores justo al contrario, en la parte sur. También aprendí que los hórreos, en cuyo ensamblaje solo se utilizan piezas de madera, siempre se montan alineados diagonalmente al tipo de viento que suele predominar en cada lugar.

Y hubo una apreciación que me resulto muy, muy curiosa y por eso quiero trasmitiros lo que me dijo Lorenzo, así se llamaba el paisano, por eso esta foto que acompaña al texto.

Primero, me explico Lorenzo las partes de que se compone la pata de un hórreo. Que como él dijo, no es solo decir pata, y ya está.

Me explicó cada parte y de abajo arriba, la que está en contacto con el suelo, es una losa que permite la estabilización del hórreo e impide que suba la humedad. A esta pieza tan importante se la conoce con el nombre de Solera, en asturiano Pilpayu.

La pata propiamente dicha se llama Pegollo, puede ser de piedra o madera.

La Muela es esa parte superior que puede ser redonda o cuadrada, y que sirve para repartir el peso de la construcción y sobre todo para que no suban los ratones al granero. En muchas de estas muelas, suele hacerse un pequeño canal, que con la lluvia se llena e impide que puedan pasar las hormigas.

Me dijo Lorenzo que a esta parte se le llama Muela porque se usaban muelas de molino.

Por último, en la parte superior y pegado al suelo del propio hórreo, encontramos una pieza pequeña, pero de suma importancia para el equilibrio de la construcción, es el llamado Tazu.

Y tras detallarme cada una de las partes me pregunta muy serio.

_¿Sabrías decirme como saber si éste u otro hórreo está situado en un terreno alquilado?

Os podéis imaginar mi cara, mostraba total asombro ante la pregunta, es más, pensé que me estaba vacilando.

Él se sonríe, levanta el bastón para señalar las patas del hórreo que tenia frente a nosotros y me dice.

_¿Te has fijado que todas las patas son de madera?

Le conteste de forma afirmativa y él no dudo en decirme.

_Este hórreo está situado en un terreno que es arrendado. Su tono era ceremonioso, se sabia dueño absoluto de la situación.

Y claro, le digo que para él será fácil saberlo, si vive o conoce el lugar, ya sabrá a quien pertenece.

_No, no lo sé por vivir aquí. Podría saberlo de cualquier otro hórreo asturiano. Mira, si un hórreo tiene las cuatro patas de piedra, está situado en terreno propio. Si por el contrario tiene cuatro patas de madera, el hórreo está colocado en terreno ajeno. _Y añade. _También te puedes encontrar tres patas de madera y una de piedra, eso se hace para que el propietario de la tierra no se adueñe del hórreo.

Cuando regresaba a casa, entre niebla y rodeada de castaños y acebos, me supe afortunada. Otra mañana más aprendiendo.

Sin aprendizaje, sin cultura perdemos parte de nuestra propia identidad.

Y cada día que pasa descubro lo ignorante que soy y el poco tiempo que me queda para seguir aprendiendo.

Antes de acabar es necesario hacer mención al hórreo más antiguo del país, se encuentra en León, en la población de Las Bodas, en el Boñar. Ana Pose @subetealpaisaje

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