Jóvenes valientes atravesando el Pirineo Navarro
Cuando escuché, por vez primera, la frase: “Ruta de las Golondrinas”, no sabia que se estaba hablando de mujeres valientes que, desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta los año treinta del siglo XX, cruzaban los Pirineos, hacía Francia, en busca de un trabajo que duraba, cada año, un periodo de tiempo limitado.
Aquellas jóvenes marchaban de sus pueblos, lo hacían a la vez que partían las golondrinas, éstas últimas en busca de territorios más cálidos. Sería en primavera cuando jóvenes y golondrinas volverían a los pueblos de los valles. Esa estacionalidad en el viaje y que vestían en su mayor parte de negro contribuyó a que se les llamara, las Golondrinas.
Aquellas jóvenes mujeres, casi en su totalidad, solteras, iniciaban un difícil camino en torno al 7 de Octubre, día de la virgen del Rosario. Eran mujeres de los valles del Roncal, también del vecino Salazar y del oscense de Hecho. Este movimiento migratorio se dio entre los años de 1850/70 y 1930. El destino de aquellas jóvenes estaba en el país vasco francés, en las fabricas de alpargatas de la población de Mauleón-Licharre.
Un viaje, en aquellos tiempos, que podemos calificar de duro, muy duro, ya que era necesario atravesar los pirineos, en muchas ocasiones con nieve, algo que llegó a provocar la muerte de alguna de aquellas jóvenes. Ellas fueron mano de obra en una industria que llegaba a ocupar cada año a 5.000 trabajadores, la mayoría mujeres, y muchas de ellas de Erronkaribar —Valle de Roncal—.
Como ejemplo, en el año 1.911 llegaron a trabajar a Mauleón, desde los tres valles mencionados, 933 mujeres. De ellas, 221 eran del Valle del Roncal, su distribución por pueblos fue de: 15 de Garde, 21 Vidángoz, 25 del pueblo que da nombre al valle, 41 de Burgui, 42 de Uztarroz y ya del último pueblo del valle, Isaba, 77 jóvenes.
Aquellas jóvenes, con edades comprendidas entre los 15 y 22 años, trabajaban fabricando espadrilles, como se denomina en francés a las alpargatas. Lo hacían en jornadas que superaban las doce horas, llegando en algunos casos a las 16 horas. Días enteros entre cáñamo, leznas, lona, …
Muchachas jóvenes que, de haber nacido más cerca de la capital de su provincia, quizás hubieran ido a trabajar en alguna fabrica o a servir en alguna casa pero, en el caso del valle del Roncal y también del de Salazar y de Hecho, quedaban más cerca las tierras francesas y sus fabricas. Aquel trabajo de alpargateras permitía a aquellas jóvenes hacer posible la elaboración del ajuar que podrían aportar como dote en un futuro casamiento.
Cuando estaba previsto el inicio del viaje hacia Francia, las jóvenes se organizaban para realizar el trayecto en conjunto, en muchas ocasiones coincidían hermanas, primas y, por supuesto amigas y vecinas de pueblos y valles. En aquellos años, era poco el equipaje, ropa de abrigo, calzado, algo para el aseo personal y comida para los días que tenían por delante y poco más, si acaso algún libro, en su mayoría de carácter religioso.
Para las jóvenes de Sigües y Salvatiera de Esca el viaje comenzaba cuando se concentraban en Burgui. Después, adentrándose en el interior del valle, otras jóvenes se iban sumando al grupo inicial. Eran las de los pueblos de Garde, de Roncal y de Urzainqui, todas ellas llegaban hasta Isaba, el último pueblo por el que pasarían hasta llegar a la frontera francesa y, a donde también llegarían las jóvenes de Uztarroz. Ya en el valle de Belagua, al grupo de jóvenes que habían partido de Isaba, se unían las que llegaban de los pueblos de Ansó y Fago, en el vecino valle de Hecho. Seguramente, esas jóvenes atravesaban por el conocido como Paso del Oso, y antes de descender a Belagua pasarían cerca de Belabarce. Por cierto paraje que cuenta con una maravillosa cascada. La noche es probable que la pasaran en la Venta de Arrako, para después, ya todas juntas, comenzar la subida hasta la Venta de Juan Pito. El camino seguía entre montañas de 2.000 metros de altitud que, sin duda, dibujaban un paisaje maravilloso pero también amenazante, cuando el viento y la nieve se apoderaba de los días de marcha. Desde Juan Pito se llegaba hasta cerca del barranco de Arrakogoiti, ya muy cerca de la frontera Franco-Española. Hasta Arrakogiti, solían acompañarles algunos hombre de los pueblos del Valle, iban con caballerías, donde se habían colocado los hatos de las muchachas que atravesaban las montañas a pie. Llegados a este lugar era hora de que ellos regresaran, estaban demasiado cerca de la frontera y no tenían salvoconducto para pasarla. A las jóvenes aun les quedaba pasar por Venta Dominica, Caserna en Sainte Engrace, para finalmente llegar a Mauleón.
Aquellas muchachas compartían ilusiones, las más jóvenes, que viajaban por vez primera, se dejaban aconsejar por las más veteranas. Todas ellas sabían que el jornal que ganaran en aquellos meses habría de ser convertido en bienes. Eran sabedoras que todo aquello que pasaran por la frontera debía ser declarado, por ello, en muchas ocasiones, divisas y compras —telas, bordados, relojes, porcelanas, chocolate, …— era pasado a nuestro país por parientes que usaban caminos alternativos y no vigilados. Cuando aquellos parientes regresaban era hora de preparar, en los pueblos del valle, la bienvenida a aquellas jóvenes valientes que volvían en la primavera, como lo hacían las golondrinas. El viaje había terminado, por delante quedaba el trabajo en el campo, la ayuda en casa, los días de fiesta y, probablemente, el inicio de algún noviazgo.
Estaría por llegar otro otoño en que otros grupos de Golondrinas Alpargateras pondrían rumbo a Francia. Ana Pose
¿Conocíais este movimiento migratorio? Nos puedes dejar un comentario.
Ana. Tienes un magnífico blog donde se pueden aprender de tu mano cosas muy interesantes. Con tu curiosa mirada y tu maravillosa manera de contar, es un privilegio leerte.
Un abrazo inmenso.
Muchas gracias por un comentario tan entrañable.
Una vida dura la de aquellas mujeres valientes que estoy segura, ellas mismas ni se lo planteaban. Pero a la vez de ilusiones en ellas por esa vuelta llena de bienes. Mujeres fuertes y valientes llenas de amor, estoy segura. Pero que dureza en la vida por aquel entonces tenías que tener.
Gracias por tu comentario Angela.