Annie Londonderry
A finales del siglo XIX, concretamente un 25 de junio de 1894, dos días antes de que se fundara el comité Olímpico Internacional en París, Annie Cohen en los EEUU, emprendía un gran viaje, atrás quedarían sus tres hijos y su marido y por descubrir miles de lugares en lo que seria el primer viaje realizado por una mujer montada en bicicleta dando la vuelta al mundo.
Quizás una frase suya durante una entrevista nos ayuda a conocer sus inquietudes. “No siempre quise vivir mi vida en casa y tener cada año un bebé”.
Era una mujer que en aquellos tiempos trabajaba también fuera del hogar, concretamente en una empresa encargada de los anuncios y de la publicidad en la prensa escrita. Fue en su puesto de trabajo cuando un buen día dos empresarios retaron a Annie con una apuesta, ellos afirmaban que ninguna mujer podría llevar a cabo la proeza que, diez años antes, había realizado el ciclista inglés Thomas Stevens, él en 1884 había acometido tal reto subido en un monociclo.
La apuesta que estaba en juego con Annie era de 10.000 dólares si conseguía dar la vuelta al mundo en quince meses, a lo que se sumaria que durante el transcurso de la hazaña recibiría a cantidad de otros 5.000 dólares.
Así fue como esta intrépida mujer se subió sobre una bicicleta Columbia que cambiaría después de la primera etapa por otra menos pesada y diseñada para hombres, la bicicleta Sterling. Por cierto en esa primera etapa Nueva York – Chicago no solo cambio la bicicleta también dejó atrás su ropas femeninas y pasó a vestir pantalones.
Annie Cohen es conocida como Annie Londonderry y es que Londonderry Lithia Spring Water era una marca comercial de agua embotellada que patrocinó el viaje.
A los seis meses de iniciada la aventura Annie llegó al puerto francés de Le Havre, y parece que a los encargados de aduana el frio de diciembre les paralizo las neuronas, o quizás estuvieron influenciados por una prensa que criticaba a la norteamericana por su extravagante vestuario y por su propia aventura, el caso es que le confiscaron la bicicleta y se quedaron con todo el dinero que había traído Annie.
Finalmente llegó a Marsella, ayudada por un gran cantidad de seguidores que la alentaban en su desafío. Y se convirtió en lo que ahora podríamos llamar una influencer, iba mandando telegramas y cartas a la prensa norteamericana, les relataba el paisaje que le iba acompañando por la costa mediterránea camino a Egipto, las gentes, las costumbres. Después vendrían países como Jerusalén, India, Yemen, Sri Lanka, Singapur, Vietnam y China, Japón, …
Y claro sus seguidores crecían, en muchas ciudades participaba de la vida cultural dando conferencias sobre su viaje y ¡claro!, no faltaban quienes le criticaban que en su vuelta al mundo en bicicleta usase también el barco o incluso el tren. Vamos que eso de cruzar el atlántico sin una bicicleta que flotara no lo veían muy bien.
Así que los viajes han estado siempre desafiando a mujeres y hombres que querían descubrir nuevos paisajes, nuevas gentes y culturas y quizás Egeria, la primera viajera de la que se tiene constancia, por cierto española, abrió un camino que seguirían muchas mujeres que se han mantenido en el olvido y el mas absoluto ostracismo, es el caso de Annie que fue famosa durante el tiempo que duro su desafío y ya.
No fue hasta el año 2007 que Peter Zheutlin, sobrino nieto de la intrépida viajera, se preocupo de recuperar toda la información y documentación de aquel increíble viaje en el libro: Around the World on Two Wheels: Annie Londonderry’s Extraordinary Ride, el titulo traducido es Alrededor del mundo sobre dos ruedas: el extraordinario viaje de Annie Londonderry. Ana Pose @subetealpaisaje