Las ermitas del románico de Vall de Boí
Los que nos seguís en redes sociales ya conocéis algo nuestros gustos en relación a los viajes, casi siempre suele existir un nexo de unión a la hora de iniciar una ruta, arte y montañas. Y sin duda, existen destinos, como el que nos ocupa, que repetimos porque ya desde la primera vez que los visitamos quisimos volver a admirar sus iglesias y ermitas formando parte del paisaje desde los primeros siglos del anterior milenio.
Un tiempo aquel anclado en el feudalismo y que por este valle tuvo varios protagonistas en la construcción de estas iglesias, actualmente, patrimonio de la Humanidad. Uno de ellos, el obispo Ramon Guillem nacido en Francia, confesor del rey de Aragón y que se relacionaba estrechamente con los Erill. Estos últimos eran dueños y señores de gran parte de los valles de Boí, Sas, Barrabés y Llevata. También participaron en las luchas por la Reconquista junto a Alfonso el Batallador, cuyo panteón real podréis visitar en el claustro de la iglesia románica de San Pedro el Viejo de Huesa. Estos señores feudales, entre administrar posesiones y guerrear aun sacaron tiempo para que en el Vall de Boí se construyeran varias iglesias románicas con un estilo importado de Italia. Surgen así estos tesoros entre los siglos XI y XII, construcciones al dictado del románico lombardino. Como ya es sabido, el arte Románico fue la primera manifestación artística común a la Europa occidental. En aquellos tiempos los hogares se configuraban en una sola estancia entorno a un fuego, ese lugar se compartía por la familia y los animales, de esa forma las propias iglesias comenzaron a formar parte de aquella sociedad feudal. Pasaron a ser lugares de culto y reunión y sus altos campanarios tuvieron una clara función de vigilancia del territorio.
El estilo unificado en la construcción de estas iglesias y, en ocasiones, sus altas torres son un símbolo en el propio Vall de Boí. Es también significativo que los cementerios han permanecido junto a estas construcciones religiosas, al igual que pasa en muchos pueblos de centro Europa o también de otras regiones europeas como la Bretaña francesa.
_La humilde iglesia de Santa Maria de Cardet no necesitaba de grandes torres para dominar desde lo alto el paisaje y el torrente del Noguera del Tor. Sus campanas se sitúan en un campanario de espadaña. Subir hasta la pequeña aldea con nuestros vehículos no es nada aconsejable, no por la estrecha carretera, mas bien por el muy escaso aparcamiento. Nuestra recomendación es que aparcáis en Barruera, donde existe área de servicio de autocaravanas, desde allí un camino estrecho y empinado os dejara en una de sus calles, asomada al precipicio.
_Tampoco necesitaba torre la hermosa ermita de Sant Quirce de Durro. Situada a kilómetro y medio del pueblo su porte destaca en la cumbre de la montana a 1.500 metros de altitud, desde allí se divisa no solo Durro, también Barruera, abajo en el valle. La presencia de esta ermita en estas latitudes no es casual, quizás es una forma de marcar el poderío del clero allí donde la tradición pagana situaba y aun sitúa la fiesta de la Bajada de las Falles de Durro. Esta fiesta del fuego está considerada Bien Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. El quince de julio se sitúa un enorme pino que ha sido cortado previamente junto a la ermita y el mirador, se le llama Faro y es prendido cuando ya es noche cerrada. Los vecinos acuden con antorchas, previamente construidas, con ellas prendidas descienden hasta la misma plaza del pueblo. Haciendo del recorrido un espectáculo de color en plena noche que acaba con una gran hoguera. Las Falles se dan también en otras localidades de esta zona del pirineo leridano.
A Durro se puede subir cómodamente en coche, en autocaravana también se puede acceder pero es muy poco el aparcamiento. Nosotros recomendamos el ascenso por un precioso bosque desde Barruera, una vez en el pueblo se sube hasta la ermita también caminando, el paseo de kilómetro y medio es muy agradable.
En Durro merece la pena callejear y detenerse a visitar la iglesia de la Nativitat, ésta ya con un alto campanario sobre todo con la imagen románica de Nicodemo. El pequeño cementerio comparte espacio con la iglesia en la que destaca su pórtico y portada. Fijaros también en su cerradura es una autentica joya.
En Barruera, donde las autocaravanas tienen un lugar de llenado y vaciado tenéis rio, zona de recreo con barbacoas, piscinas, comercios, camping y sobre todo la iglesia de Sant Feliu, también con un alto campanario. Cuenta con dos ábsides, bien diferenciados, uno del siglo XI y otro de ya entrado el siglo XII. Fijaros en la pila de agua bendita que cuenta con puerta y también en el cerrojo de la puerta de entrada, con la representación de un toro.
Y como no, llegar a Taüll para ver dos de las tres iglesias que llegó a tener, es una autentica gozada. Antes deberéis pasar por Boí, un pequeño pueblo que tuvo hasta castillo y muralla, del primero solo quedan ruinas, de la muralla una única puerta. Su magnifica iglesia de Sant Joan es al igual que la de Sant Climent y Santa Maria rica en pinturas murales. Aparcar en esta población nuestro vehículos en época de máxima afluencia es complicado por no decir casi imposible. Sus aparcamientos no se descongestionan y el acceso, si es que fuera posible encontrar plaza libre, se nos complica. Junto a uno de sus aparcamientos podéis encontrar paradas de taxi que os llevan hasta el Parque Nacional de Aigüestortes. A esta población también podemos llegar haciendo senderismo desde Barruera o desde Taüll.
Poco antes de llegar al desvío que te lleva a Boí y Taüll y a la estación de esquí Boí-Taüll existe un desvío a mano izquierda que, en menos de 500 metros, te deja en la pequeña población de Erill la Vall. El campanario de su iglesia de Santa Eulalia es uno de los más bonitos del valle. Sus cinco alturas cumplían la función de vigilancia y comunicación. En su interior existe una copia de las esculturas que se encuentran en el Museo de Cataluña. El llamado Descendimiento de la Cruz es una obra tallada en madera impresionante, fijaros en el ladrón que saca la lengua. Esta pequeña población cuenta con un pequeño aparcamiento a la entrada pero, está complicado no, está muy complicado poder encontrar un hueco para nuestros voluminosos vehículos en época de máxima afluencia. Podéis aparcar avanzando unos metros en la propia carretera, una vez pasado el desvío hacia Erill y poco antes de donde se encuentra el desvío a Boí, porque la carretera que traemos llega hasta al balneario, de origen romano de Caldes de Boí.
Y ahora si, ahora llegamos al pueblo de Taüll, frente a su impresionante iglesia de Sant Climent existe un aparcamiento donde, si llegas pronto, puedes encontrar aparcamiento y donde por la noche suele estar consentido.
Esta población llegó a tener, tal como comentaba antes, tres iglesias, actualmente la de San Martín está completamente en ruinas y está situada dentro de una propiedad privada. Y también cuenta con la pequeña ermita de San Quiricio, del siglo XII que está algo alejada del pueblo, en la zona residencial que llaman el Pla de la Ermita. Justo en el Pla, se encuentra uno de los lugares destinados a la pernocta de autocaravanas y camper, desde allí existe un sendero que lleva hasta Taüll.
Hablemos primero de la iglesia de Santa Maria de Taüll, que fue consagrada a la par que la de Sant Climent, con un solo día de diferencia, el 11 de diciembre del 1123. Si os fijáis, es ésta la única iglesia de todo el conjunto de iglesias del románico del valle que está rodeada de edificaciones, en el centro de una plaza. Tal como paso con las pinturas murales de las otras iglesias, estas fueron arrancadas entre los años 1919 y 1923 y llevadas hasta Barcelona. Actualmente es posible ver reproducción del gran mural de su pared derecha, en el se pueden ver a los Reyes Magos adorando al niño Jesús y visitando a Herodes. Las pinturas del ábside central están presididas por la virgen Maria sentada con su hijo en el regazo y los Reyes Magos ofreciendo sus presentes. En la parte exterior del campanario, en sus últimos pisos, se pueden observar restos de pintura ornamental.
Y he dejado para el final la magnifica iglesia del Sant Climent de Taüll, la conocida por su Pantocrátor. Aunque su primera restauración fue en los años 70, fue en el año 2001 que se descubrieron nuevas pinturas. En el año 2013 se instalan las últimas copias de sus maravillosas pinturas murales.
Esta joya al igual que las otras ermitas tiene su techo de madera, tiene un maravilloso campanario y su cabecera es de tres ábsides. Si algo representa el románico de este increíble valle es la imagen del Cristo en Majestad en el ábside central. Si queréis ver el original deberéis ir al Museo de Cataluña. Aun es posible ver dentro de la iglesia pinturas originales y la copias de las que fueron arrancadas. La proyección con la técnica del mapping consigue recrear las pinturas tal y como habrían sido vistas por los primeros visitantes del templo impresiona. No dejéis de admirar la talla original del Cristo; del mismo siglo es el frontal del altar pintado con la técnica del temple, cuyo original esta en el Museo de Cataluña.
El conjunto de estas iglesias nombradas con todo merecimiento Patrimonio de la Humanidad se construyeron guardando una uniformidad de estilo. Usando la piedra para su estructura, la madera y pizarra fueron usadas para los tejados, los tres elementos se encontraban en la zona. Todas fueron construidas entre los siglos XI y XII y los muros interiores recubiertos de un mortero de cal, arena y agua, base en la que dibujar los bocetos que serian pintados aun con el mortero fresco. Los últimos retoques de los murales , una vez seco el mortero, se hacían con pintura al temple, para ello los pigmentos naturales se mezclaban con huevo. Esta técnica de temple también era utilizada para pintar sobre madera.
Como dato curioso hago un apunte de una antigua leyenda que corre por el valle y que tiene que que ver con tres de estas iglesias. Se dice que una doncella rica que vivía en Erill la Vall, llamada Eulalia, se enamoró de un joven de buena familia del vecino pueblo de Taüll, él se llamaba Climent. Tan enamorados estaban los dos que cada uno mando construir una alta torre pegada a sus casas. De esa forma, a pesar de la distancia y el clima, podían comunicarse entre ellos por medio de señales. Pero en el pueblo de Boí, justo en medio de las otros dos pueblos, vivía Joan que se enamoro de Eulalia, aunque su amor era secreto, pronto intento levantar una enorme torre para que entorpeciese la visión que tenia Climent desde Taúll de la torre de su amada Eulalia. Joan que intentaba comunicarse con ella para mostrale su amor, no pudo conseguirlo porque cuando solo llevaba tres pisos levantados de la torre se le acabó el dinero y no pudo continuar con la obra. Al poco tiempo, Climent enfermo y murió antes de poder casarse con su amada, Joan y Eulalia llevaron una vida virtuosa por separado y fueron unos vecinos ejemplares en sus pueblos, cuyos vecinos les eligieron como patrones, Eulalia de Erill Vall y Joan de Boí. Sus casas fueron transformadas y consagradas en iglesias y las torres que querían ser emisores de amor se convirtieron en campanarios.
De esta forma se explica por qué los tres campanarios forman una perfecta linea recta, eso si, el de Boí, justo en medio, es mas ancho y bajo.
En breve tendremos en nuestro canal de YouTube algunas recomendaciones para visitar este increíble lugar en autocaravana.