Y la obra que le fue robada

Ayer, volví al Museo Reina Sofía, en pleno mes de diciembre, ese mes de luces, de compras. Ya no llevo la cuenta de las veces que he visitado este recinto, pero son muchas y deben superar la veintena. Un museo que fue antes hospital y donde murió mi abuela paterna, al poco de acabada la Guerra Civil.
Esta vez, como otras, mi visita estuvo dividida. El recuerdo de días recorriendo las salas junto a mi padre y la satisfacción de volver a sentirme rodeada de arte.
Aun cuando en esta ocasión visitaba el museo con un grupo de amigos y compañeros, mi mirada iba en busca de algunos cuadros a los que en otras visitas no les había concedido tiempo suficiente.
Obras como “Después de la refriega” de Antonio Fillot, pintado en 1904, son un claro ejemplo de la Pintura Social Española. Ayer me situé ante un óleo que logró transmitirme el frío y la tristeza de la escena, lo hizo con la figura de un obrero tendido sobre la calzada, muerto; rodeado de gorras y boinas perdidas por otros compañeros, reflejando la soledad del momento.

Otra parada obligada fue ante la obra “O cego”, del gallego Castelao. Una escena donde vuelve a resaltar su identidad, esa que da vida a personajes humildes, con detalles de trazo y color que sitúan al espectador como uno más en la escena.

Por último, si habéis leído “Obra maestra, el misterio de una obra perdida” de Juan Tallón, el Reina Sofía es una visita imprescindible.
Si visitáis la inmensa sala que antes albergó la librería del museo, estaréis ante una obra de Richard Serra. Una escultura que en su conjunto suma casi cuarenta toneladas y que es a la vez original y copia, pero sobre todo es vergüenza. Porque vergüenza fue que el Reina Sofía perdiera la obra original, que lo hiciera con el descaro que tiene el olvido. Corrían los años 90, del pasado siglo, cuando el autor dio vida a su obra “Equal Parallel / Guernica-Bengasi” . En ella plasmaba el paralelismo entre el bombardeo de Guernica en el año 1937 y el ataque aéreo por parte del ejército estadounidense a Bengasi, en Libia, en el año 1986.
Esta obra estuvo en la inauguración del Reina Sofía, luego el propio museo decidió adquirir la obra por algo más de 200.000 €.
La adquisición de la obra no debió de ser suficiente para que los que mandaban en el Museo la encontraran un lugar permanente y la enviaron a un almacén, en 1990 se volvió a exponer.
Y otra vez se decidió almacenar, esta vez en una nave en Arganda del Rey, Madrid.
Lo cierto es que en 2006 el escándalo fue mayúsculo: La obra no estaba en la nave donde había sido depositada. Sin que hubiese aparecido, la investigación se cerró 3 años después.
La escultura que vemos ahora es una copia. El Reina Sofía gastó los 80.000 € que costó la propia obra plagiada, y también todo lo que supuso considerar que el museo que alberga el Guernica, es capaz de custodiar las obras que posee, bien expuestas o bien almacenadas.

Espero que no desaparezcan nunca obras como “Danseuse espagnole I” de Joan Miró, pintado en París en 1928, una obra donde se ven rasgos dadaístas, movimiento artístico que siempre me resultó atrayente.

Y cuando estás entre tanto arte, te surge la vena artística, esa que todos mantenemos más o menos escondida, y te dejas llevar. Os presento mis dos obras de ese día: Arte urbano una mañana de invierno y Atornillando el ahora.

