Puertas remendadas

Rincones que inspiran

Allí siguen, el paso de los años ha dejado señales que las dan una identidad propia. Tablas superpuestas, tapando agujeros o intentando fortalecer su resistencia al agua, al viento y las heladas.

Puertas para sentirse seguros, puertas para ser abiertas al amigo y cerradas, por siempre, al posible enemigo. Puertas habituales en años en que el usar y tirar no era la norma, donde el verbo “arreglar” era el habitual.

Años donde tener dos pares de zapatos era ya una fortuna. Donde la ropa de “vestir” se guardaba para una boda, para asistir a un funeral o para hacer una visita al médico. Años en que quitarse la boina al entrar a un lugar era un gesto de educación y respeto. Años en que el noviazgo era normal contarlo por años y años. Donde el luto era arrastrado del duelo de un difunto al siguiente.

Años y más años de… Años de estrecheces que han quedado escritas para quien quiera leer lo que cuentan en silencio. Pueblos vacíos por haber sido vaciados de servicios.

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